Inicialmente, cuando comencé a viajar (ya sea con personas o solo), era un turista. Porque solo fui con el itinerario sugerido por alguien. Estaba dentro de mi zona de confort. Me alojé en hoteles caros y apenas probé comida local. El contacto con locales o extranjeros se restringió solo para obtener información relacionada con las instrucciones. Esto también se debió al hecho de que tenía miedo de confiar en los demás, siempre temiendo lo peor y sin fe en mi propia toma de decisiones. Intentaría exprimir todo en pocos días.
A medida que viajaba más (especialmente en solitario), obtuve un aumento de confianza, en mis propias capacidades. Sí, las cosas no funcionan según lo planeado y aprendí que uno siempre puede reparar sus actividades. Empecé a sonreír más. Tuve que aprender a poner mi confianza y fe en los demás, pero en general a creer en mí mismo. Mi nivel de paciencia alcanzó un nuevo umbral. Me acerqué a la gente. Aprendí a disfrutar un lugar, es comida y cultura. Ahora aprecio la belleza de la historia y juzgo menos a las personas.
En resumen, comencé como turista y me convertí en viajero.
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