Si bien el término “ecoturismo” se ha utilizado liberalmente en todo el mundo, la convención más aceptada es que el ecoturismo debe ser capaz de lograr un equilibrio entre el desarrollo económico de la comunidad local, la experiencia de los visitantes y la protección de los recursos naturales.
El ecoturismo no es ni bueno ni malo. Sus impactos, ya sean buenos o malos, dependen de qué tan bien coordinen los esfuerzos los formuladores de políticas, los planificadores y las comunidades locales.
Algunos de los beneficios del ecoturismo son:
- oportunidades de medios de vida adicionales para los locales
- mejor estado de los servicios sociales
- protección reforzada de los derechos humanos básicos de los locales
- Mayor conciencia pública sobre los problemas ambientales.
- financiamiento adicional para programas de conservación
Los efectos negativos solo sucederán cuando falte un plan de desarrollo bien pensado para el ecoturismo:
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- acceso no regulado de visitantes
- degradación y destrucción de los recursos naturales.
- contaminación de la fuente de agua
- influencia externa negativa sobre las normas sociales y culturales de los locales
El desafío para cualquier destino de ecoturismo aspirante es ser inclusivo e integrador, para garantizar que todos los interesados sean consultados adecuadamente antes de decidir qué actividades abrir a los visitantes. Cualquier desarrollo de ecoturismo debe ser sostenible y no disruptivo.