Fuente: CNTraveler
Esto es solo un itinerario para el norte de India y no cubre Vaishnodevi.
Día 1: Old Delhi, Nueva Delhi
Para cuando conozca a su guía a las 11 am en el lobby del hotel The Imperial (91-11-2334-1234; theimperialindia.com; dobles, $ 450– $ 540), sentirá que ha estado viajando durante días. Y en cierto modo, habrá sido: el vuelo 292 de American Airlines, a 16 horas sin escalas desde Chicago, sale el jueves a las 7:20 pm y no llega a Delhi hasta las 10:40 del viernes por la noche. Desde allí, lo recibirán y lo llevarán 40 minutos a su hotel, The Imperial, un hito conocido por sus elegantes habitaciones.
Hoy, el sábado, es en realidad una transición agradable a esta ciudad de 14 millones por dos razones: Primero, hay algunos de los atascos de tráfico en las horas pico por los cuales la ciudad multiplica su semana laboral; segundo, tiene el placer de ver a las familias locales haciendo turismo, montando motocicletas (las mujeres sentadas a un lado con una elegancia improbable), o simplemente descansando en los parques locales. También verá algunos de los miles de monos de Delhi (en la foto, abajo a la derecha) recorriendo el follaje. Viajar por India también significa viajar en el tiempo; Cada una de las ciudades que visitará en este viaje ha sido moldeada por las sucesivas dinastías que han gobernado este país. El recorrido de hoy le presentará a tres de los más importantes: el Sultanato de Delhi, una dinastía de Turkestán cuyo imperio duró desde 1206 hasta 1526; los mogoles, ese grupo fantásticamente adornado con joyas que gobernó desde 1556 hasta principios del siglo XVIII; y los británicos, cuya capitulación en 1947, después de casi un siglo de gobierno, anunciaron la muerte de Pax Britannica y el nacimiento de la India moderna. También verás algunos de los miles de monos de Delhi corriendo por el follaje mientras conduces por la carretera. Pídale a su guía que se detenga cerca del distrito gubernamental, donde la población de monos es particularmente densa.
miles de monos correteando
a través del follaje mientras conduces
El camino. Pídale a su guía que pare cerca
el distrito gubernamental, donde el
la población de monos es particularmente densa. |||
Delhi es una historia de dos ciudades: hay Old Delhi, la capital de los Mogul establecida en 1638 por Shah Jahan (lo encontrarás nuevamente mientras tu viaje continúa) y, al sur, Nueva Delhi, construida por los británicos entre 1911 y 1931. Los dos son muy diferentes en arquitectura y diseño: el primero es una maraña de calles estrechas sobre las que cuelgan gruñidos de cables eléctricos; este último es encantador y elegante, sus anchas calles salpicadas de pequeños parques ajardinados en tonos exuberantes. Su primera parada, en el sur de Delhi, es el Qutb Minar, iniciado en 1198 por el primer gobernante islámico de Delhi, Qutbuddin Aibak, para conmemorar su derrota de los reyes hindúes. Qutbuddin, que vino de Turkestán, murió sin ver la finalización de Minar, una torre de cinco niveles de 235 pies; También tenía una mezquita construida adyacente a la columna, ahora en su mayoría ruinas. Tenga en cuenta los pilares elaboradamente tallados de la mezquita, que fueron reutilizados de los templos jainistas e hindúes que alguna vez estuvieron en el sitio. Como verás de nuevo, muchos templos hindúes fueron destruidos por los musulmanes conquistadores: sus tallas violaron la prohibición del Islam de retratar criaturas vivientes. Las cabezas fueron arrancadas, las caras frotadas. Pero esta profanación, curiosamente, tiene el efecto de aumentar la sensualidad exuberante de algunas de las esculturas de la columna: las mujeres, sus cuerpos sinuosos, se funden en sus compañeros masculinos, sus caderas redondeadas encajan perfectamente en las curvas de la cintura de su compañero como piezas de rompecabezas. También hay mucho trabajo original para admirar en la mezquita de Qutbuddin, con sus seis arcos en ruinas tan fina e intrincadamente tallados en piedra roja que parecen estar tallados en sándalo suave.
La siguiente es la Tumba de Humayun, a media hora en coche y el primer edificio Mogul de la ciudad. Construido en ocho años a partir de 1562, es, como dijo mi guía, “un monumento al amor”, ya que fue encargado por la viuda del emperador Humayun (1508–56) en homenaje a su esposo. En esta historia de devoción conyugal y en la arquitectura del complejo se encuentran los orígenes del templo más famoso de la exaltación, el Taj Mahal, construido por el bisnieto de Humayun, Shah Jahan.
Ya son casi las 2 de la tarde y estarás listo para un almuerzo ligero. El sencillo Sagar Ratna (91-11-4150-3371; platos principales, $ 2– $ 4), en el Hotel Janpath, sirve comida vegetariana básica y abundante del sur de la India. Luego se dirige al Museo Nacional (91-11-2301-9272; nationalmuseumindia.gov.in), donde no debe pagar los $ 7 adicionales para usar su cámara: hay suficientes habitaciones donde está verboten para que el privilegio no tenga sentido —Pero debe optar por el audio tour (su guía lo esperará en el lobby). Hay muchas cosas para mantener entretenidos a los aficionados a la historia (o cualquier persona interesada en una introducción visual del gran desorden del desarrollo artístico y arqueológico indio) durante horas, pero los visitantes impacientes del museo deben concentrar su tiempo en solo dos galerías. La Galería 4, su primera parada, contiene tesoros de la civilización del valle del Indo, la más antigua del subcontinente, que floreció entre 2600 y 1900 aC Pausa en la bailarina de Mohenjo Daro (en la foto, abajo a la derecha), un molde de bronce de una técnica de cera perdida y Una de las piezas de arte prehistórico más importantes del país. El brazo izquierdo de la bailarina está lleno de brazaletes, su garganta rodeada por un collar con tres colgantes caídos. Mire también el Caso 22, que contiene varios juguetes, piezas de ajedrez y pequeñas figuras: un carnero, una cabeza de oveja, una serie de ardillas con colas maravillosamente cerdas; Sirven como un recordatorio no solo de la sutileza y el ingenio de estos primeros artesanos desconocidos, sino también del amor de la cultura por los animales en todas sus representaciones. Ella se hizo mucho antes de que floreciera el hinduismo o el Islam, pero se ve en la Dancing Girl el amor de una dinastía por lo erótico y el otro por la ornamentación.
antes del hinduismo o
El Islam floreció, pero
ves en el baile
El amor de una dinastía de chicas
de lo erótico y lo
otros de ornamentación. |||
Luego, avance 3.000 años, más o menos, al segundo piso, que alberga la colección de pinturas en miniatura indias del museo desde el siglo IX hasta el siglo XIX. Las miniaturas, que fueron encargadas por los emperadores Mogul, representan escenas de la vida cotidiana, así como batallas, vida en la corte, fábulas, fantasías e historias religiosas. Lo sorprendente de estas obras no es solo la intensidad de sus colores, sino también la mezcla vertiginosa de influencias culturales en una sola pintura: una escena de la Natividad (circa 1720) muestra a la Virgen María sosteniendo al niño Jesús, la imagen intercalada entre textos explicativos en elegante árabe. No todas las escenas son felices, a pesar de su asombrosa vitalidad de color y finura de detalle. En Una joven dama llevada al harén de un noble mogol (alrededor de 1725), un hermoso mogol se reclina en una cama blanca mientras la joven titular, con la cabeza cubierta por un encaje estrellado, le es presentada por dos mujeres mayores mientras un tercero, atendiendo al Mogul, observa esta triste procesión, su rostro ilegible. Las pinturas documentan, quizás más honestamente que cualquier libro de historia, la gran diversidad de experiencias e historias de vida que ahora se pierden en el tiempo. También son evidencia de una brillante tradición artística: cerca de la salida, deténgase a admirar el quinteto de pinturas de Pahari de 1730, conocido por su sutileza en los detalles, que ilustra el cortejo de Krishna de su consorte, Radha. Observe sus esposas esmeraldas: esa iridiscencia brillante como el papel de aluminio está hecha de las alas de los escarabajos. Mirando estas pinturas, puedes ver de dónde viene la paleta de la India: esos colores brillantes y azucarados más gloriosamente imaginados que cualquier cosa que se encuentre en la naturaleza.
Ahora son las 4:30 pm, y tiene una parada más, donde verá la ciudad desde el punto de vista ofrecido por Rashtrapati Bhavan, la casa del presidente, parte de un complejo gubernamental más grande construido por Edwin Lutyens, cuyos diseños arquitectónicos son Un matrimonio innovador pero respetuoso de la tradición mogol y el clasicismo occidental. Lutyens fue comisionado por los británicos para construir una “nueva Delhi” en 1911, y sus estructuras (que incluyen el edificio del parlamento) se encuentran en el punto más alto de la ciudad, mirando hacia la Puerta de la India de 1931, un arco que conmemora a los 90,000 soldados indios que murió durante la Primera Guerra Mundial
Regresará a su hotel alrededor de las 5:30, con tiempo para nadar antes de cenar en Veda (H-27 Outer Circle; 91-11-4151-3940; platos principales, $ 8– $ 17). El restaurante, cuyo nombre significa Ambiente de comida muy exótico, parece una interpretación de Bollywood de un burdel, con banquetas de cuero negro con hoyuelos y tecnología tecno. De alguna manera, todo funciona, al igual que la gaseosa de limón y los platos de pescado, que vienen con una picante chutney de menta. El restaurante, a unos $ 2.50 en taxi desde su hotel, lo llamará un taxi para el viaje de regreso.
Día 2: la Delhi de Shah Jahan
Reúnase con su guía a las 9 a.m. y se dirigirá al Fuerte Rojo, completado en 1648 para el gran Shah Jahan, el quinto gobernante mogol y posiblemente uno de los planificadores urbanos y visionarios arquitectónicos más importantes de la historia. Como la mayoría de los monumentos públicos en India, está abierto desde el amanecer hasta el atardecer (excepto los lunes), y aunque siempre hay una larga fila, se mueve rápidamente.
El Fuerte Rojo, llamado así por la piedra arenisca de terracota con la que fue construido, ha tenido muchas vidas. En 1638, Jahan, que anteriormente había gobernado su imperio desde Agra, comenzó a trasladar su capital a Delhi y encargó este complejo de edificios privados y gubernamentales, todos rodeados por un muro de una milla y media de circunferencia. El fuerte permaneció (más o menos) en manos de los magnates hasta 1857, cuando dispararon al último de los hijos del gobernante dinástico, el propio magnate fue exiliado y comenzó el dominio británico, durante el cual fue utilizado como cuartel general por el ejército británico.
Entrarás en Lahore Gate, la principal de las seis entradas del fuerte, que se abre a Chatta Chowk, un bazar cubierto que conduce a una serie de salas de recepción públicas y pabellones privados (en la foto, abajo a la derecha). De particular interés es la sala del trono al aire libre (el trono en sí, hecho de mármol blanco, está parcialmente oculto detrás de una malla de malla), un buen ejemplo de la arquitectura Mogul con su simetría precisa y arcos acanalados. Busque en el costado del edificio los resistentes ganchos de hierro de los que se podrían colgar las alfombras para aislar la habitación del frío. Más impresionante es la sala de recepción privada de mármol del emperador, con incrustaciones de jaspe y malaquita. Aunque los techos plateados que una vez lo decoraron se han ido, uno puede imaginar cómo debieron hacer brillar el espacio, y cómo la luz de ellos debió reflejarse en el agua que una vez corrió a través del canal ancho y poco profundo que divide la habitación.
Un corto viaje lo llevará a su bicitaxi, y luego se irá, chillando por las calles que rodean a Chandni Chowk, una avenida una vez grandiosa presentada en 1650 por la hija de Shah Jahan (la planificación urbana corrió en la familia). Hoy en día, es el hogar de muchas de las tiendas mayoristas de la ciudad (ilustrada: abajo a la derecha), una red de bazares que vende desde plata hasta especias, té y turbantes. Le dolerá el cuello al girar cuando su conductor de rickshaw lo lleve, con sorprendente velocidad y destreza, por el vecindario. Aquí hay hombres que arrojan grandes albóndigas de arpillera que, una vez colocadas sobre la acera y la hendidura, derraman miles de maravillas arrugadas de color azafrán. Están las canaletas, llenas de agua gris y perros flacos, y docenas de brillantes pétalos de rosa de remolacha. Su conductor lo llevará a uno de los callejones, que podría estar dedicado a bodas, puesto después de puesto estrecho reluciente con joyas de pasta, brazaletes de papel de oro y bindis de vidrio rojo; o para chales, dispuestos de piso a techo en franjas de color escarlata, lila, lima y narciso; o para libros, apilados de manera tan densa que parecen proporcionar la infraestructura de la tienda que los vende. Si desea detenerse e ir de compras a cualquiera de las tiendas en el vecindario de Chandni Chowk, haga que su conductor lo deje en la boca de la calle y continúe a pie. Los escaparates son estrechos y la calle aún más estrecha.
en cualquiera de las tiendas en Chandni
Barrio de Chowk, ten tu
conductor te deja en la boca de la
calle y continuar a pie. los
los escaparates son estrechos y el
calle más estrecha aún. |||
Tu conductor (dale un par de dólares) te dejará al pie de los últimos logros de Shah Jahan que verás hoy. Jama Masjid, terminada en 1656, es la mezquita más grande de la India, una vasta estructura al aire libre con un patio, mapeada con líneas que delimitan espacios para 20,000 fieles, lo que le da el aspecto de un tablero de ajedrez gigante y misterioso. Durante un almuerzo tardío de pollo biryani en el delicioso y sin pretensiones HaveMore (11-12 Pandara Road Market; 91-11-2338-7070; platos principales, $ 6– $ 8), se sorprenderá del ingenio y la sofisticación visual de Shah Jahan. ¡Ojalá todos los constructores de naciones tuvieran una mentalidad tan estética! Volverás a tu hotel a las tres en punto, con la tarde libre. Mañana tienes un día temprano, así que una cena temprana está en orden. Delhi tiene una serie de excelentes opciones, y dado que los próximos días lo llevarán a ciudades más pequeñas, donde la gama de cocinas es más limitada, pruebe en un lugar como el Smoke House Grill (North Wing, VIPPS Center, Plot No. 2, LSC Masjid Moth; 91-11-414-35530; platos principales, $ 8– $ 21), una guarida nueva de los adinerados y hermosos de Delhi. Un viaje en taxi de $ 6 lo lleva a este lugar caliente iluminado de mal humor, donde la comida de fusión anglo-india es eclipsada solo por los clientes: sikh confían en los jeans y turbantes crujientes; chicas con Cavalli con sus bindis. Aquellos que no estén tan interesados en admirar a los homólogos subcontinentales de Paris Hilton deben probar la aclamada Ruta de las Especias del Imperial (91-11-4111-6605; platos principales, $ 13– $ 36).
Día 3: Delhi a Varanasi
Aquí, como a lo largo de su viaje, un representante de la oficina local de IVAT lo recibirá en el lobby justo antes de las 9 a.m. para llevarlo al aeropuerto para su vuelo de una hora a las 10:40 a Varanasi. Nunca estarás más feliz por una escolta: los aeropuertos indios son notoriamente caóticos y operan con su propia lógica interna oscura.
Hay mucho que ver hoy, así que después de registrarse en su hotel, el amigable y descuidado Taj Ganges (91-542-250-3001; tajhotels.com; dobles, $ 175– $ 210), lo que pasa por lujo en Varanasi, se reúne su guía a las 12:30 p.m. para su primer destino, el complejo Sarnath, donde hace unos 2.500 años se cree que el Buda, entonces príncipe hindú, dio su primer sermón.
Con solo 3 millones de personas, Varanasi es, como dicen las ciudades indias, simplemente una ciudad grande. Pero la ciudad habitada más antigua de la India también es indiscutiblemente la más sagrada del país, una meca para los practicantes de sus dos grandes religiones locales, el hinduismo y el budismo. Quizás ningún país en el mundo haya sido más moldeado por la religión (o haya dado más forma a la religión, para el caso) que la India, desde la panoplia de todos los dioses son Dios que es el hinduismo hasta el ascetismo de no-dios sino Dios del Islam y el trascendentalismo del budismo que no existe Dios.
Lo primero que te saluda al entrar en el Museo Sarnath es una de las esculturas más importantes que verás en tu viaje: la Capital del León, construida con granito pulido en el siglo III aC para uno de los más grandes gobernantes de la India, el El converso budista emperador Ashoka. La escultura una vez estuvo encima de un gran pilar aquí, también llamado así por Ashoka. Hoy es el símbolo nacional de la India: saca una rupia y compruébalo por ti mismo. El museo también tiene una pequeña pero fascinante selección de arte budista desde los siglos primero al quinto, cuando floreció la religión (una progresión que se detuvo con la llegada de los conquistadores musulmanes).
Su próxima parada, justo al otro lado de la carretera, es el parque donde se cree que Buda predicó por primera vez la iluminación; Está dominado por la monumental Dhamekh Stupa, un santuario conmemorativo construido en 249 a. C., y los restos de los monasterios y templos que alguna vez estuvieron aquí. Es interesante observar a los grupos de turistas, quienes en su reverencia y diversidad son un testimonio de cuán profundamente el budismo impregna el resto de Asia. Su devoción también es notable cuando se considera que el lugar de nacimiento de Buda es hoy solo un uno por ciento budista (los hindúes representan aproximadamente el 80 por ciento de la población y los musulmanes otro 14 por ciento). Los vendedores de guirnaldas se pueden encontrar cerca de cualquier templo hindú o lugar sagrado. Compre un trozo por algunas monedas, y una vez en el ganges, diga una oración y tírela.
cualquier templo hindú o lugar sagrado.
Compre una longitud por algunas monedas, y
una vez en el ganges, di una oración
y tíralo. |||
Después de un breve descanso en su hotel, se dirige al evento principal: un viaje al Ganges para ver las ceremonias religiosas nocturnas. Su guía lo recibirá en el vestíbulo poco después de las cinco en punto, justo cuando el cielo comienza a ponerse granulado, y conducirá hasta el borde de la ciudad vieja para caminar durante diez minutos a través de multitudes de peatones, bicitaxis y el elefante ocasional, así como los vendedores que venden montones de guirnaldas florales (en la foto a la derecha). No por primera vez hoy, sentirás el ruido de la emoción, de la vida, que parece infundir Varanasi; es el fervor de los penitentes, que han venido aquí en peregrinación; de los 14,000 visitantes que diariamente encuentran su camino a Ganga-ji, el cuerpo de agua más sagrado de toda la India. Para los devotos hindúes, el Ganges es lo que la madre de la tierra, Gaia, fue para los antiguos griegos: un dador de vida, de socorro, de salvación. Mientras caminas hacia los ghats, los escalones que conducen al río, tu guía te indicará a los monjes ermitaños, a los sacerdotes Brahman y a los místicos, con el pelo enmarañado y los ojos en llamas.
Serás conducido a un bote largo y parecido a un estabilizador en el que serás remado río abajo, hacia el más antiguo de los dos crematorios que rodean la costa. Aquí, se detendrá a una distancia respetuosa de la orilla (su guía le dirá cuándo debe guardar su cámara), pero lo suficientemente cerca como para ver los fuegos ardientes, los miembros masculinos de la familia colocan en las llamas a sus seres queridos en féretros cubiertos de seda. , las cuerdas de guirnaldas florales desechadas y los relucientes restos de tela con hilos de oro. Los hindúes creen que si mueres o eres incinerado en Varanasi, serás liberado del ciclo interminable de la reencarnación y serás liberado del mundo físico. Mientras observa las llamas anaranjadas que parpadean contra el cielo oscuro, no puede evitar ser vencido: por el olor a alcanfor y las astillas de sándalo que se arrojan al fuego; por el tamborileo y el canto de los fieles; por las brillantes cadenas de luz extática parpadeando sobre los ghats. Luego, lo remarán de regreso al Dasaswamedh Ghat, el más famoso de la ciudad, donde una fila de sacerdotes Brahman comenzará el ritual nocturno de poner el Ganges “a dormir”. Este es un canto de acción de gracias, de humildad, y mientras observas a los sacerdotes arquear sus candelabros al unísono, sabes que estás presenciando algo trascendente. Quizás más profundamente que en cualquier otro lugar, Varanasi captura las contradicciones de la existencia humana: vida y muerte, esperanza y miseria, juventud y decrepitud, alegría y desesperación, esplendor y miseria, en este país duro y glorioso.
A estas alturas ya te habrás acompañado de decenas de otros barcos cargados de turistas, por lo que unos minutos antes del final de la ceremonia, regresarás a la costa y te subirás a un rickshaw para conducir por la ciudad vieja hasta tu auto. . Momentos después, la calle detrás de ti será un caos, ya que los 6,000 testigos intentan irse al mismo tiempo. Como mañana se levantará al amanecer, cene tan pronto como regrese (alrededor de las 7:30). El restaurante del hotel, Varuna (platos principales, $ 5– $ 9), hace un excelente laccha paratha, un pan en capas maravillosamente grasiento. La gente nada, se baña, se divierte, reza y trabaja en el Ganges en Varanasi. Para muchos, tener su ropa lavada en sus aguas es un motivo de orgullo. Ciertos ghats se reservan solo para secar la ropa.
trabajar en el ganges en Varanasi. por
muchos, lavando su ropa
en sus aguas es un punto de orgullo. Cierto
los ghats se reservan solo para secar la ropa. |||
Día 4: Varanasi a Khajuraho
Si anoche viste dormir al Ganges, hoy lo verás despertado en el ritual del sol de la mañana. Reúnase con su guía en el vestíbulo para el corto viaje al centro a las 5:15 a.m. (brutal pero necesario; a las 5:30, los autobuses turísticos se apilarán a tres en la puerta del cochere). A las seis, cuando su bote se aleja, el río ya está lleno de barcos turísticos (a las 6:45, estará obstruido). Mientras rema río arriba hacia el crematorio, podrá ver el sol, una gran esfera carmesí, que se eleva a través de la orilla oriental. Pero de mucho más interés es la vida de los ghats al oeste: aquí hay mujeres que se sumergen en las aguas poco profundas del río; lavanderos golpeando ropas contra piedras planas en su borde; místicos, hippies, monjes y sacerdotes sentados a lo largo de saris extendidos para secarse en los escalones como alfombras (en la foto a la derecha). Desde el ghat donde viste la ceremonia de anoche vienen los sonidos de los símbolos que suenan cuando los sacerdotes desean al Ganges buenos días. Sus barqueros luego cambiarán de dirección y lo remarán de regreso al crematorio río abajo, sus fuegos ahora humeantes y silenciosos, donde desembarcarán cerca de un antiguo templo hindú que se hunde y caminarán por los senderos originales de la ciudad vieja, un laberinto de angostas y estrechas hileras. calles Sobre ti, el cielo está borrado por edificios de piedra derrumbada, centenarios pero aún habitados. Mira por donde pisas: los adoquines son resbaladizos. Esté atento también a las procesiones de penitentes, que pueden tomar la forma de cadenas de peregrinos arrastrados por los pies o incluso un grupo de dolientes que llevan el cuerpo del difunto sobre sus hombros, la cubierta dorada pasa a centímetros de su cara. Esto, piensas, mirar hacia las puertas bajas, cada una de las cuales parece albergar un templo improvisado y una vela deslumbrante, o pasar a un hombre que vende bolas de cáñamo mojado y pegajoso como ofrendas, es la ciudad verdaderamente eterna, el lugar donde lo sagrado es lo cotidiano. Los otros dos templos importantes en Khajuraho son Kandariya Mahadeva, el más alto, y Jagadambi, dedicado a Vishnu, pero ninguno posee la complejidad de Lakshmana, arriba.
en Khajuraho son Kandariya
Mahadeva, el más alto, y
Jagadambi, dedicado a Vishnu,
pero ninguno posee el
complejidad de Lakshmana, arriba. |||
Regresará a su hotel a las 8 a.m. y tendrá un poco de tiempo a solas antes de partir a las 10:45 para su vuelo a las 12:20 a Khajuraho, que aterriza a la 1 p.m.Después de ser escoltado hasta el lugar maravilloso (no hay otra palabra para eso —Verás) Hotel Chandela (91-7686-272-355-64; tajhotels.com; dobles, $ 68– $ 93), te encontrarás con tu próximo guía en el lobby para tu visita a la impresionante atracción de esta pequeña ciudad: Los 22 templos de piedra arenisca sobrevivientes construidos hace unos mil años por orden de los reyes del Imperio Chandela Rajput, que una vez gobernaron el centro de India (los otros 63 templos se han perdido en el tiempo y los sucesivos imperios). Hay dos grupos, pero pasará su tiempo en los templos occidentales, agrupados en una vasta franja de césped bien cuidado, que no solo son los mejor conservados sino los más matizados. De estos templos, el más importante es el Lakshmana (en la foto, abajo a la derecha), construido entre aproximadamente el año 930 y 950. Hay dos cosas para admirar de inmediato: Primero, notarás que el Lakshmana, como todos los templos de este período , está completamente entrelazado, sin pasta de piedra caliza entre los ladrillos. Segundo, es flagrantemente, extravagantemente erótico. Desde el frente del templo, camine en sentido antihorario alrededor de su perímetro (los grupos de turistas se moverán en el sentido de las agujas del reloj): aunque el tiempo (sin mencionar los vándalos) ha dejado su huella en el templo, sigue siendo increíblemente complejo, el cenit del El arte del escultor, y una maravillosa crónica del amor de los hindúes por la forma humana, su aceptación práctica de todas las formas de sexualidad como parte esencial de la vida. Mientras los europeos estaban ocupados recogiendo sombríamente sus campos en el frío y negando toda evidencia de la forma humana, aquí estaban los indios, tallando no solo a sus dioses: las tres principales deidades hindúes, Brahma, Vishnu y Shiva,
junto con Krishna y Ganesha, se representan aquí, pero también escenas de cada permutación de placer sexual y acoplamiento (y triplicación) que uno puede imaginar … y algunas (especialmente aquellas que involucran caballos) que probablemente no deberían imaginarse en absoluto. La talla es tan profunda y fluida que es fácil imaginar que toda la estructura está hecha de arcilla. ¿De qué otra manera podrían los artistas haber hecho tan perfectamente la curva de la cadera de una mujer bailando o la sonrisa que usa un elefante mientras observa estos cuadros? locura humana y deseo? Salga del complejo al anochecer y regresará al hotel alrededor de las 6:30. Coma una cena temprana en el excelente restaurante indio de la casa, Rasna (platos principales, $ 8– $ 10), antes de estrellarse para un merecido descanso.
Día 5: Khajuraho a Agra
Este es un día de viaje en el tiempo extremo y viaje en carretera extremo. Salga del hotel aproximadamente a las 9:30 a.m. para tomar el viaje de tres horas a Orchha, la ciudad amurallada del siglo XVI construida por el rey Bundela Rudra Pratap a orillas del río Betwa (ahora seco). El fuerte, que parece surgir de la tierra como un espejismo, se siente lleno de fantasmas; Es inquietante subir y bajar sus empinadas escaleras y mirar por las ventanas hacia las tierras que una vez fueron ricas que lo rodean, sabiendo que estás pisando, literalmente, los restos de una dinastía perdida y olvidada.
Después de un almuerzo tardío en el cercano Orchha Resort (91-7680-52677; platos principales, $ 4– $ 7), omita el buffet, estará de regreso en el camino a las 2:30 aproximadamente para el viaje de cinco horas a Agra. El vagabundo fácilmente puede optar por el tren. Pero no hay nada como conducir por el campo de la India para ayudarlo a tener una idea de sus desafíos e ingenios: su automóvil compartirá el camino, de alguna manera, con camiones, tractores, motocicletas, bicicletas, peatones, burros, búfalos y camellos, no para Mencione la vaca vacilante ocasional. También pasarás cadáveres de árboles de teca, jacarandas con sus nubes de flores de color lila y llamas del bosque, sus ramas delgadas y pesadas con grandes flores cerosas de color rojo con lápiz labial. Fue el emperador Ashoka quien comenzó la tradición de flanquear las carreteras con árboles para dar sombra a los viajeros en su reino, una generosidad continuada por los gobernantes mogoles. (Los indios, como la mayoría de los pueblos descendientes de civilizaciones antiguas, tienen una relación acogedora e informal con estas brumosas figuras históricas. “Oh, Ashoka”, dijo uno de mis guías. “Era uno de los mejores”. Podría haber estado hablando sobre su jugador de cricket favorito.) Sin embargo, dejando de lado las complejidades de la carretera india, las últimas seis millas más o menos son las más difíciles, ya que te encuentras en la oscuridad por una carretera llena de baches con faros encendidos. Pero le espera una excelente bienvenida después de esta carrera de obstáculos: el Oberoi Amarvilas (91-562-223-1515; oberoihotels.com; dobles, $ 385– $ 650), donde su habitación, como cualquier otra, tiene una vista del Taj Mahal.
Día 6: Agra y el Taj Mahal
¡Hoy es el día! Coge un suéter y reúnete con tu guía a las 6 a.m. para un paseo en carrito de golf de dos minutos a unos cien metros fuera de las puertas del Taj Mahal. Nada se compara con la experiencia de ver el Taj por primera vez. Por encargo de Shah Jahan para su esposa favorita, Mumtaz, después de su muerte en 1631, se completó en 1653 y sigue siendo posiblemente el testimonio más conmovedor de amor en la historia de la arquitectura. Si desea una foto en el banco sobre la famosa meseta de mármol frente al Taj Mahal, dígale al guía que revisará el discurso introductorio y moverá esas piernas. Para cuando te vayas, a las 7:30 más o menos, el lugar estará lleno de turistas (ahora solo hay unas pocas docenas), por lo que esta es tu única oportunidad de tomar una foto sin que los otros 10,000 visitantes diarios del monumento obstruyan tu marco. . Aunque el mausoleo de mármol blanco (donde se dirige a continuación) es, con mucho, la estructura más famosa del complejo, el Taj Mahal también incluye una serie de otros edificios. Dos de las más importantes son las estructuras de arenisca roja que flanquean el Taj: hacia el oeste hay una mezquita, que ya no está activa; hacia el este está su réplica, nunca una mezquita en funcionamiento, pero una prueba más del amor de los mogoles por la simetría arquitectónica.
Como, por supuesto, es el Taj mismo. Deje sus zapatos y tome el corto tramo de escalones hasta la plataforma de mármol en la que se encuentra el edificio de 250 pies de altura, casi aterrador en su perfección. Cada una de las cuatro fachadas del Taj es completamente simétrica, y puedes pasar todo el día caminando por el perímetro, maravillado por el frío brillo del mármol a la luz del sol, el flujo de versos coránicos incrustados en el ónix que rodea las puertas. Todavía es lo suficientemente temprano para que entres y tengas el lugar para admirar los paneles de flores, sus pétalos hechos de chips de incrustaciones de lapislázuli y cornalina. Incluso aquí, en este epítome del arte mogol, hay rastros de influencias hindúes, ya que las flores representadas incluyen no solo lirios, amados en el Islam, sino también flores de loto. A medida que sale el sol, dirígete a la mezquita réplica, donde puedes ver mejor la luz capturando las superficies de la incrustación, haciendo que toda la estructura brille como una joya de muchas facetas.
Después de un desayuno tranquilo en su hotel, se dirige al Fuerte de Agra, cuyo original fue terminado en 1573 por Akbar, abuelo de Shah Jahan (quien luego demolió la mayor parte de la estructura y la reconstruyó). Al igual que el Fuerte Rojo en Delhi, Agra está rodeado por un muro largo (milla y media) y era a la vez sede del gobierno y una vasta residencia privada. Este es también el lugar donde, siguiendo una larga tradición familiar de derrocamiento paternal, Shah Jahan fue encarcelado por su hijo Aurangzeb en 1658. Vivió los últimos siete años de su vida en lo que debe ser una de las cárceles más lujosas de todos los tiempos: con una vista río abajo de Yamuna a su amado Taj, con solo una hija por compañía. Después de su muerte, fue enterrado con Mumtaz en el Taj. Saldrá del Fuerte de Agra alrededor de las 11 a.m., y si lo desea, su guía lo llevará a Kalakriti (41/142 A / 1, VIP Rd. A Taj Mahal, Fatehabad Rd .; 91-562-223-1011), donde los artesanos hacen cajas, platos y mesas de pietra dura de hoy en día (en la foto, abajo a la derecha).
Pase la tarde descansando en su hotel (la piscina es espectacular) hasta que lo recojan a las 5 pm para regresar al Taj Mahal justo antes del atardecer. Si creías que el lugar estaba abarrotado por la mañana, ahora te sorprenderá la multitud. A la luz tenue, el Taj se revela aún más: lo que antes parecía ser una fachada impecable y uniformemente blanca gana profundidad y matices. Las sombras se tallan debajo de los arcos, y las incrustaciones se oscurecen y retroceden. Mientras observa que el cielo se vuelve sedoso (justo antes de las 6:30 p.m., cuando el lado occidental comienza a brillar) y luego se oscurece, nunca estará más feliz de haber contratado a un guía privado, especialmente cuando escuche los silbidos de los guías del autobús turístico. pastoreando a todos a bordo. Ahora bien, ¿es esa alguna forma de contemplar las vicisitudes del amor? Back at your hotel, have dinner at the excellent Esphahan (entrées, $14–$25), where there’s live Indian music nightly. The inlaid marble products at Kalakriti, in Agra, are made using the same techniques employed by the craftsmen who made the Taj Mahal.
Kalakriti, in Agra, are made
using the same techniques
employed by the craftsmen who
made the Taj Mahal.|||
Day 7: Agra to Jaipur
Meet your car (which will be waiting with a packed lunch) at 9:30 am for the three-hour drive to Jaipur, a city of 2.3 million that has a long and royal history. From the beginning of the twelfth century, the area called Rajasthan was controlled by a number of Rajput states, each with its own royal family. Vastly wealthy and agriculturally fecund, it was ruled by generations of princes until independence, when the country became a democracy. Although the maharajas no longer have any official influence, their legacy is everywhere: in their palaces, in their artwork, in their extraordinary jewelry, and in the ghostly but pervasive sense of glamour that suffuses the region. This is an area in which the regime change was, one feels, merely a technicality.
All of this is certainly true at your hotel, the Rambagh Palace (91-141-2211-919; tajhotels.com; doubles, $630), which from 1925 through 1957 was the home of the Jaipur royal family. Meet your guide here at 2 pm for a trip to the City Palace Museum (91-141-260-8055), part of the complex that Jaipur’s kings have called home since the eighteenth century. The current maharaja, who grew up in the Rambagh Palace, now lives here with his family in a suite of apartments above the museum. Don’t let your guide detain you in the blazing courtyard with an introductory speech—instead, head straight to the textile collection in the Mubarak Mahal, formerly a reception palace, where you can admire the emerald-embroidered shawls that once kept royal shoulders warm. Then, in the Art Gallery, make a beeline for the pair of double-sided easels near the entrance. They hold breathtaking miniatures, an art form that flourished from Akbar’s time through Shah Jahan’s (both were rather less stringent about the no-human-depiction rule).
Leaving the palace, stop next door at Satayam (Laxman Dwara, City Palace; 91-141-260-1432), where purveyors have been making real gold- and silver-foil-printed shawls for generations. It’s the closest you’ll get to owning one of the splendid textiles you saw in Mubarak Mahal.
Back at the hotel, do some peacock-spotting on the grounds before catching dinner and the 7 pm (nightly) performance of traditional folk dancing outside the Verandah restaurant (entrées, $16–$34). If you’re not too beat, take in a Bollywood flick at a Jaipur institution: the nearby Rajmandir movie theater (16 Bhagwandas Rd.; 91-141-237-9372), with its thick-pile carpets and gaudy facade.
Day 8: Jaipur
Over breakfast, take a minute to look at the portraits of the last maharaja and his second wife, the maharani, that decorate the room (pictured bottom right). The maharaja is deceased, but the maharani, now almost 90, still lives in an apartment on the Rambagh Palace grounds. If you’re lucky, you may catch a glimpse of her, regally beautiful even today.
Meet your guide at 7:45 am in the lobby for the 45-minute drive to the Amber Fort. It opens at nine in the winter and seven in the summer, but you’ll want to leave your hotel early to allow time for a quick stop at the Hawa Mahal, or Palace of the Winds, with its famous five-tiered wedding-cake facade. The structure, which flirts with gaudiness, was constructed for the court harem so they could peer through the lacy grillwork covering the windows at the processions and street life below—without being seen. Many people—including those on the tour buses that start arriving, thick and fast, around 9:30 am—want to take an elephant up the steep 300 feet to the fort, but be forewarned: There are a limited number of elephants, and each is allowed to make only five trips a day—another reason to get an early start. The pachyderm-shy can be driven. Both the maharaja and maharani (here, circa 1950) were startlingly handsome; in their day, they were the Jack and Jackie Kennedy of India.
(here, circa 1950) were startlingly
handsome; in their day, they were
the Jack and Jackie Kennedy of India.|||
In 1727, the rulers of the Kachhawa Rajput (the region’s princely dynasty) moved their capital to Jaipur, but for the prior two centuries, it was based here, in this sprawling fortress-cum-palace. Once again, one is keenly aware of a royal presence: Until 1956, when it was given to the state, the fort was occupied and used as a summer palace by the maharaja of Jaipur. It’s easy to imagine him and his family entertaining in rooms like the marble-floor open-air sitting parlor that overlooks the Mogul-style garden, Aram Bagh. Continue through the women’s courtyard and then to the breathtaking Sheesh Mahal, or Mirrored Room, which at this hour should still be fairly empty. You can no longer enter the Sheesh Mahal, but even from the doorway it is mesmerizing. Every inch of this room, once a private reception hall, is covered with tiny chips of mirrors, sometimes colored, sometimes clear, sometimes arranged in patterns of flower bouquets, sometimes in abstract swirls. It is said that a single match can light the room, so one can just imagine how it must have glowed with the light of the Belgian cut-glass chandeliers that once hung from the ceiling.
When you leave, it’s almost noon, which means it’s time to see Jaipur the way thousands of Indian tourists do every day: in some of the city’s many excellent shops and boutiques. Say good-bye to your guide—but keep your driver—and head for Anokhi (2 Tilak Marg; 91-141-222-9247), which has been producing wood-block cotton prints since the 1960s. This is the flagship store, with the widest selection of vibrantly patterned and colored clothes, bedspreads, and tablecloths, all for good prices. Have a relaxed lunch at its adjoining café (entrées, $3–$5); the fruit juices are especially good. Then it’s time for something a little more contemporary—Hot Pink (Kanota Bagh, Narain Singh Rd.; 91-141-510-8932), owned by the French jeweler Marie-Hélène de Taillac, sells gorgeous silk shawls, pillows, bags, and clothes by homegrown designers such as Manish Arora and Namrata Joshipura. The boutique sits on the grounds of another palace-turned-hotel, the Narain Niwas, the crumbling walls of which cannot erase its innate grandeur. Stop here for a drink in the echoing dining room (Narain Niwas; 91-141-256-1291), where lazily twirling ceiling fans lend an air of resigned melancholy. Baubles from the gem Palace can be had for less than $100 or more than $1 million. Many of the stones are cut in-house, and the fleet of craftsmen can alter anything while you wait.
be had for less than $100 or more
than $1 million. Many of the
stones are cut in-house, and the
fleet of craftsmen can alter
anything while you wait.|||
For many Indians, Jaipur means weddings. Not only is the city the lapidary capital of India but it is also known for silks and leather goods. Many Indian women begin their wedding trousseaus at Rukhmani (Hari Bhawan, Achrol House, Civil Lines; 91-141-222-5485), which makes wedding saris—in flaming scarlet and heavy with elaborate gold embroidery—the old way. The pieces are expensive and exquisite, and the shop is worth at least a visit, if only for a vivid reminder of how all-important weddings are in this culture. And don’t miss the utterly fabulous Andraab (38 Gupta Garden, Amer Rd.; 91-141-267-0445); run by handsome twin brothers from Kashmir, the shop sells a selection of outrageously beautiful (and pricey) embroidered cashmere shawls—you won’t find their equal elsewhere. But the epitome of the Jaipur experience is visiting the city’s most storied jewelry store, Gem Palace (MI Rd.; 91-141-237-4175), which produces both Mogul re-creations and its own designs. You needn’t feel guilty about going a little crazy here: In Jaipur, even pedicab drivers wear rings glinting with bits of colored glass or stones. Jewelry is, quite literally, a way of life in Rajasthan (pictured right).
If shopping’s not your thing, take the afternoon off—but before you do, ask your guide if polo tickets are available; the matches, which begin at 4 or 5 pm, are fast-moving and thrillingly dangerous. For dinner, have your driver drop you at Cinnamon (Jai Mahal Palace, Jacob Rd., Civil Lines; 91-141-222-3636; prix fixe, $25–$50), which has good Indian food and a swinging vibe.
Day 9: Udaipur
Meet your guide downstairs at 5:30 am for the 45-minute flight to Udaipur, which departs at 7 am Your hotel there, the Shiv Niwas (91-294-252 8016; hrhhotels.com; doubles, $150), is another palace-turned-hotel; the maharaja lives in a sprawling apartment in an adjoining property. The Shiv Niwas has a slightly shabby but wholly authentic ambience, a feeling that’s heightened when you check in to a ground-floor royal suite; once the domain of the king’s guests, it overlooks sparkling Lake Pichola, the loveliest of the man-made lakes for which the town is known.
After resting up, meet your guide in the lobby at 11 am for the two-minute walk to the City Palace, which adjoins the hotel. As in Jaipur, this was once home to a succession of kings and emperors, beginning with Udai Singh II, who initiated the construction of this vast, staggered white palace, in the sixteenth century, when the city was the seat of the great Mewar Kingdom. The subsequent 24 rulers who inhabited it, however, were not shy about leaving their own imprimaturs—which becomes apparent once you enter the complex’s wildly colorful patchwork interior. Until 1959, when the main section became a museum, the current maharaja resided here, and walking down the corridors on the second floor, with their colored-glass windows that offer views of the city washed in ruby or citrine, one can see how every day here must have felt pleasantly trippy. Make sure you check out the Manak Mahal room on the second floor, which is not only mirrored like a disco ball but also plastered with chips of semiprecious stones. India runs on thousands of microeconomies. For centuries, farmers have come into town to sell their produce, a way of life threatened by the spread of grocery stores.
microeconomies. For centuries,
farmers have come into town to sell
their produce, a way of life threatened
by the spread of grocery stores.|||
By now it’s about one o’clock and you’ll be ready for lunch. Your guide will escort you to the dock, where you’ll catch a boat to the middle of Lake Pichola and the Taj Lake Palace hotel, which sits on a small island, Jag Niwas, also once occupied and now merely owned by the maharaja. Have lunch at Jharokha, which overlooks the lake, but be warned: There’s a $50 per person set price (91-294-252-8800). Back in town (unless you decide to stay for a massage at the hotel’s spa), wait out the heat of the afternoon poolside. At 5 pm, your guide will meet you again, this time to drive you to the city’s market, where you’ll walk streets lined with vendors selling veritable mountains of glossy peppers, corkscrewing beans, and smooth-skinned onions, as well as glass bangles, textiles, and slippers (pictured right).
Evening—your last full night in India!—brings choices: Should you feel romantic, the Shiv Niwas can arrange for a candlelight dinner on the small island the hotel owns or, for landlubbers, there’s always the hotel’s Dovecote restaurant (entrées, $8–$12), which overlooks the lake and is lit by dozens of hurricane lamps.
Day 10: Udaipur to Delhi and Back Home
After a leisurely breakfast, meet your guide in the lobby at 9 am for your trip to the Sri Eklingji temple complex, about a 40-minute drive out of town. Built in the eighth century (and rebuilt in the fifteenth), these 108 temples can collectively be viewed as sort of an ur-Khajuraho; the carving is nowhere near as graceful or refined as what you saw there, but one sees in its architectural structures and bas-reliefs an excellent blueprint of what would follow two centuries later.
This is a quick visit, and at any rate, the sun will force you back into the car by 11 am or so. Then it’s back to your hotel for a poolside lunch. At 2 pm, head out on your own with your driver. Udaipur is famous for its paintings, and if you like, your guide can direct you to some studios that specialize in miniatures. With only 500,000 people, this is a small (well, relatively) and sleepy city, so it’s a good place to walk among the bazaars without the attendant crush of people. The area around City Palace makes for good browsing, as do the stalls and shops of Bapu Bazaar (clothing), Bada Bazaar (jewelry), and Chetak Circle (crafts).
Your car will be coming to meet you at the hotel at 3:30 pm for your two-hour flight to Delhi, which departs Udaipur at 5:15 pm Once you land, an IVAT rep will meet you and assist you with check-in at the international terminal, a hellish place: Most outbound flights to Europe and the United States leave late at night, so these are peak travel hours. By the time you check your bags and pass through immigration and customs, it’ll be after 9:30 pm, leaving you just under three hours (before the departure of American Airlines flight 293 for Chicago) to find your own way to say good-bye to one of the great civilizations of the world, a place whose extremes—its messiness and brilliance—will never allow you to look at art, or history, or religion, quite the same way again. What could be a better gift than that?
¡Disfrutar!
- Tengo 18 días en Europa. Quiero ir a Londres, París, Berlín, Praga, Budapest, Barcelona, Roma, Florencia y Venecia. Planeo ir a Londres -> París -> Barcelona -> Roma -> Florencia -> Venecia -> Budpest -> Praga -> Berlín -> Londres (Volar a casa). ¿Cómo debo planear este viaje?
- Estoy planeando un viaje de mochilero en Camboya, así como visitar los gimnasios brasileños de jiu-jitsu, si hay alguno. ¿Algún consejo?
- ¿Es Kerala un buen lugar para ir en diciembre? Estoy planeando un viaje de 5 días allí y aterrizaré en Cochin. ¿Qué lugares debo visitar?
- Tengo 10 días en Nueva Zelanda como turista, ¿qué debo hacer?
- Iré de vacaciones a Lombok, Indonesia, dentro de una semana. ¿Vale la pena comprar perlas de esa región?