Viajar no puede afectar las culturas individuales, pero el comportamiento de los viajeros sí afecta la noción de una cultura a otra representada por los visitantes.
Uno de los mayores choques culturales para muchos en el tercer mundo es la agresión con la que los turistas del mundo desarrollado pueden descender para superar incluso a los locales. Esto es malo porque lo que hace es hacer que el proveedor aumente la participación de los productos que afectan a los locales, el resultado final es que es desfavorable.
Lo que es tan sorprendente es que tal conducta no se exhibe en su país y se ve con desprecio y condescendencia.
En el país del tercer mundo se supone que todos los del mundo desarrollado están muy bien, ya que estos precios se elevan indiscriminadamente pensando que no están obteniendo el mejor valor en el mercado, lo mismo es la actitud del viajero / comprador.
Cuando un viajero visita lugares de países de igual desarrollo, existe un entendimiento natural como tal que demuestra que es la desigualdad exhibida por el viajero lo que afecta y destruye la cultura.