¿Cuáles son algunos cambios culturales y políticos que podemos esperar ahora que la relación entre Estados Unidos y Cuba está comenzando a normalizarse?

Abordaré el cambio cultural, convencido de que otros se meterán en la política. Y en Cuba, cultura significa ante todo: música.

En el siglo XX, Cuba ejerció un profundo impacto en la escena musical mundial. Libre de innovar, alentado a crear, el genio musical de Cuba explotó en el escenario mundial. Su influencia todavía se siente. Aquí Howard Goodall explica cómo y por qué sigues bailando con ese ritmo cubano … incluso si no sabes que eres:

La transformación de Cuba en un estado marxista cambió todo eso. Con el acceso al mercado estadounidense terminado, nuestra música sufrió. El Ministerio de Cultura de Castro empeoró enormemente la mala situación. Los burócratas del gobierno se convirtieron en críticos musicales. El estado se convirtió en nuestro productor musical. Controlando los medios de producción (y distribución), solo ellos decidieron qué música podríamos grabar, a quién podría transmitir nuestra radio y qué canciones podríamos escuchar.

Los músicos que tocaron la línea fueron recompensados. Los músicos que siguieron sus instintos creativos fueron condenados al ostracismo: conciertos negados, viajes negados, acceso al juego aéreo e incluso instrumentos musicales. (Sí, el estado también controlaba ese recurso). El Instituto Cubano de Radio y Televisión (al igual que todas las empresas cubanas, totalmente administradas por el estado) prohibió la música ‘degenerada’, los Beatles, entre otros.

Pre-Castro Cuba, en un loco torbellino de creatividad, una vez le dio al mundo la rumba, el son, el cha-cha-chá, y ese género musical particular que (aunque no lo sepas) ayuda a dar forma a gran parte de lo que tú escucha hoy, el mambo:

La música cubana de hoy carece de la poderosa innovación creativa del pasado. Nuestra música ahora es en gran medida derivada, una imitación de los sonidos de otras personas. Los híbridos de hip-hop y reggae-salsa no son nativos de nuestras costas. Pero Cuba todavía es capaz de producir música excelente, si el estado lo permite.

No hace mucho, un productor de música estadounidense vino a Cuba. Contra el consejo de aquellos que sabían mejor, produjo el Buena Vista Social Club . Los músicos que contrató habían sido retirados de la industria, desviados por nuestro Ministerio de Cultura. El reconocido genio Rubén González , (denegado el acceso a un piano), fue reducido a zapatos brillantes para llegar a fin de mes.

No fuimos nosotros los cubanos, ni los europeos. Le tomó al estadounidense Ry Cooder reconocer y recompensar a aquellos músicos viejos, pero notables y aún inigualables. Esto solo dice todo lo que necesitamos saber sobre el Ministerio de Cultura de Cuba, un organismo cuya misión es “… reconocer y promover la herencia musical de Cuba”. La idea misma de que el estado debería controlar la música de una nación es ridícula. Es decir, suponiendo que nuestro Ministerio del Humor nos otorgue licencia para reír. (Sí, también tenemos eso).

La industria musical cubana necesita productores que no estén sujetos a ningún dogma rígido. Después de cincuenta y cinco años de control político que adormece la mente, necesitamos que los productores de música sean libres de seguir sus instintos creativos. El talento que buscan está aquí.