Algunas cosas se unen en el momento adecuado, ninguna de las cuales es necesariamente ventajosa desde un punto de vista económico o de seguridad.
Entre 1983 y 1994, hubo una serie de dieciséis accidentes con al menos cinco muertes, cada una con turbopropulsores gemelas en aerolíneas de pasajeros en los Estados Unidos continentales, que culminaron con el bien publicitado accidente del vuelo 4184 de American Eagle en Roselawn, IN. Esto llevó a una percepción pública de que los aviones turbopropulsores no eran seguros, cuando en realidad la mayoría de los accidentes fueron causados por errores de tripulaciones de vuelo inexpertas que trabajaban para aerolíneas regionales.
Al mismo tiempo, Bombardier completó el desarrollo del Canadair Regional Jet (CRJ) que permitió a las aerolíneas prestar servicio a muchas de las rutas anteriormente servidas por turbopropulsores con aviones. La percepción pública en ese momento era que los aviones eran más seguros y los costos de combustible eran lo suficientemente bajos como para permitirles ganar dinero.
Entonces, las aerolíneas anunciaban sus “flotas de jets” y los pasajeros se lo comían.
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Esta tendencia en realidad se ha revertido. En el mundo posterior al 11-S, los precios del combustible aumentaron y las cargas de pasajeros disminuyeron, lo que hizo que muchas rutas regionales de jet ya no fueran económicas. Entonces, los turbopropulsores más modernos, como el Bombardier Q400, han tomado muchas de las rutas más cortas de los aviones regionales.