Eso es algo que hago regularmente, en realidad.
Déjame explicarte por qué.
Como tripulación de una aerolínea, puedo disfrutar de los beneficios de viaje que conlleva: boletos aéreos baratos en muchas aerolíneas. Sin embargo, solo puedo subir al vuelo si quedan asientos, sin llenar por los pasajeros de tarifa completa.
Esto a menudo plantea un problema, no tanto cuando salgo de la base de operaciones, sino cuando necesito regresar a tiempo para mi próximo vuelo. Si el vuelo está lleno, no subiré y podría perder mi próximo deber. Claramente, la compañía no estaría contenta con eso.
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Afortunadamente, hay una solución con la que puedo contar, especialmente entre mis colegas de la aerolínea para la que vuelo: solicitar un asiento vacío en la cabina, el llamado asiento de salto.
Hay reglas sobre quién puede obtener este asiento de salto y cuándo, pero cuando se cumplen estas reglas, como generalmente lo son para mí, depende completamente del capitán colega que vuela ese vuelo quién obtiene este asiento, si así lo desea, y en qué las personas prioritarias lo entienden.
Entonces, cuando obtengo una garantía de esta manera de que estaré en ese vuelo, generalmente demuestro mi gratitud con una caja de bombones.
Obviamente, en última instancia, es la tripulación de cabina la que puede hacer que el vuelo sea mucho más agradable para usted si resulta que termina en un asiento de pasajero normal, después de todo, por lo que si la tripulación de cabina consigue chocolates, me aseguro de que la tripulación de cabina obtenga algunos también.
La tripulación siempre está agradecida, y de hecho también lo estoy cuando recibo un poco de atención por regalar un asiento de salto. Claro, no es por eso que lo hago, pero no puedo negar que en la próxima ocasión veré a esa persona de manera mucho más favorable cuando tenga que decidir quién tiene qué prioridad. Sé que el capitán que regala el asiento tiene otras opciones, y me quita el peso de encima si decide tranquilizarme con la tranquilidad de saber que volveré a casa a tiempo.
Si no está en el extremo receptor de tal favor, y todavía quiere regalar una caja de chocolates, estaremos muy atentos. Por supuesto, solo puedo hablar por mí mismo.
PD: el capricho Neuhaus es mi praliné favorito, de la colección “Irrésistibles”. En nombre de toda la tripulación, gracias de antemano.